
Consejos para la Lectio Divina diaria
Además de esto, necesita saber más al respecto.
1. Asegúrate de que el lugar de la Lectio Divina y la hora del día te permitan también el silencio exterior, previo necesario al silencio interior.
“El Maestro está ahí y os llama” (cf. Jn 11,28), y para escuchar su voz hay que silenciar las otras voces, para escuchar la Palabra hay que bajar el tono de las palabras.
2. Si Dios te llamó a la soledad, al silencio, a un momento de diálogo con él, es para hablarle al corazón.
El corazón bíblico es el centro, la sede de las facultades
intelectuales del hombre,
es el centro más íntimo de tu persona.
3. Tome la Biblia, póngala frente a usted con reverencia porque
es el cuerpo de Cristo, haz la epiclesis, es decir la invocación al Espíritu Santo. Es el Espíritu quien presidió la generación de la Palabra, es él quien la hizo - palabra hablada o palabra escrita - a través de los profetas, los sabios, Jesús, los apóstoles, los evangelistas, es
el que lo dio a la Iglesia y te lo envió intacto.
4. Abra la Biblia y lea el texto. Nunca elija al azar, porque la Palabra de Dios nunca se devora. Obedece el leccionario litúrgico y acepta este texto que la Iglesia te ofrece hoy, o lee un libro de la Biblia de principio a fin, leyéndolo en cursiva.
5. ¿Qué significa meditar? No es fácil de decir. Significa ante todo profundizar el mensaje que has leído y que Dios quiere comunicarte. Requiere, por tanto, esfuerzo, trabajo, porque la lectura debe convertirse en una reflexión atenta y profunda.
6. Habla ahora con Dios, respóndele, responde a sus invitaciones, a sus llamadas, a sus inspiraciones, a sus peticiones, a sus mensajes que te ha dirigido a través de la Palabra entendida en el Espíritu Santo.
Además de esto, necesita saber más al respecto.
Extractos de "Praying the Word" de Enzo Bianchi
© Éditions Albin Michel, 2014
ISBN: 978-2-226-33609-5
